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El baúl de Mawey

A UN POETA DE MADRID

A UN POETA DE MADRID A UN POETA DE MADRID

Entre miles de casas estrelladas
sobre un mar que no sabe de ilusiones,
entre prisas, relojes y ensaimadas
en un café de asfalto y empujones,
se despierta un poeta.

Donde las lágrimas son primavera
por el polen caduco de ambiciones,
donde no existe pauta verdadera
sino un Metro vestido con cartones,
vive solo un poeta.

Un poeta que vive entre peñascos
caminando sin prisa por los charcos,
componiendo sus versos en los marcos
de ventanas y coches entre atascos,
extrañando un poema.

Un poema que quiere ser eterno
y volar por sus cielos y pinares,
y pintar su ciudad de azules mares,
redimiendo al poeta de su infierno.

Esta calle sin placa, sin su nombre,
sin estatua, tendrá una sola acera
con sus bancos labrados de madera,
con poemas escritos por un hombre.

Uno a uno podrán seguir los lances
los amantes, los viejos y doncellas,
de un poeta que graba con sus huellas
madrigales, sonetos y romances.

M.A.W. 27/03/04®

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